Nadie encuentra lo que no está; buscando. No es verdad que las cosas
aparecen de pronto; que sorpresivamente,
cuando para la lluvia, vemos una hermosísima flor en el tallo en el que antes no había nada. Allí hubo, por lo
menos, un capullo cerrado, algo que estaba por abrirse, por transformarse en flor.
Cuando un hombre encuentra a una mujer, cuando una mujer encuentra a un hombre. Los dos estaban buscándose.
Por soledad, por dolor, o por ganas de revivir la vida insuflándole oxígeno a los los pulmones.
cuando para la lluvia, vemos una hermosísima flor en el tallo en el que antes no había nada. Allí hubo, por lo
menos, un capullo cerrado, algo que estaba por abrirse, por transformarse en flor.
Cuando un hombre encuentra a una mujer, cuando una mujer encuentra a un hombre. Los dos estaban buscándose.
Por soledad, por dolor, o por ganas de revivir la vida insuflándole oxígeno a los los pulmones.
Porque los dos estábamos buscándonos.
Porque desde aquella lejana, lejanísima primera vez que nos vimos, quedó un delgado, finísimo, invisible hilo
uniéndonos, un hilo que nada puede cortar, un hilo que atraviesa paredes, muros, montañas. Un hilo
indestructible que no soltaste, que no solté, y que al fin volvió a reunirnos para que la historia termine su retrato,
retornando a los dos mismos protagonistas.
Porque desde aquella lejana, lejanísima primera vez que nos vimos, quedó un delgado, finísimo, invisible hilo
uniéndonos, un hilo que nada puede cortar, un hilo que atraviesa paredes, muros, montañas. Un hilo
indestructible que no soltaste, que no solté, y que al fin volvió a reunirnos para que la historia termine su retrato,
retornando a los dos mismos protagonistas.
Tu, que
a mi lado permaneciste a cada momento.
¡Es cierto!
Siempre he sido nervioso, muy nervioso, terriblemente nervioso. ¿Pero por qué
afirman ustedes que estoy loco? La enfermedad había agudizado mis sentidos, en
vez de destruirlos o embotarlos. Y mi oído era el más agudo de todos. Oía todo
lo que puede oírse en la tierra y en el cielo. Muchas cosas oí en el infierno.
¿Cómo puedo estar loco, entonces? Escuchen... y observen con cuánta cordura,
con cuánta tranquilidad les cuento mi historia.
Si si soy un
enfermo. En un psiquiátrico me encuentro y eso que les escribí, son recuerdos
vagos de mi mente, mezclándolos con ficción alguna. Wendy ha sido siempre
siempre mi ilusión, mi amor, mi adoración, mi vida por delante.
Me es
imposible decir cómo aquella idea me entró en la cabeza por primera vez; pero,
una vez concebida, me acosó noche y día. Yo no perseguía ningún propósito.
Presten
atención ahora. Ustedes me toman por loco. Pero los locos no saben nada. En
cambio. ¡Si hubieran podido verme! ¡Si hubieran podido ver con qué habilidad
procedí! ¡Con qué cuidado... con qué previsión... con qué disimulo me puse a la
obra! No hubieran notado mi loquera en ningún momento.
Si
ustedes continúan tomándome por loco dejarán de hacerlo cuando les describa las
astutas precauciones que adopté para relatarles esto.